Crimen y castigo (1866), considerada por la crítica como
la primera obra maestra de Dostoievski, es un profundo análisis psicológico de
su protagonista, el joven estudiante Raskolnikov, cuya firme creencia en que los
fines humanitarios justifican la maldad le conduce al asesinato de una usurera
en Petersburgo. Pero, desde que comete el crimen, la culpabilidad será una
pesadilla constante con la que el estudiante será incapaz de convivir. El
estilo enfebrecido y compasivo de Dostoievski sigue con maestría única los
recovecos de las contradictorias emociones del estudiante y refleja la lucha
extrema que libra con su conciencia mientras deambula por las calles de San
Petersburgo. Ya en prisión, Raskolnikov se da cuenta de que la felicidad no
puede ser alcanzada, siguiendo un plan establecido a priori por la razón: ha de
ganarse con sufrimiento.
Esta obra en su argumento hace pensar sobre los límites del bien
y del mal, sus descripciones son impresionantes y te trasladan a la pobreza más
sórdida vivida en Rusia. También esta obra nos lleva a aterrizar todas las
cosas que estamos viviendo en nuestra vida cotidiana, tales como los crímenes
injustificados y personas que roban a costa de lo que sea sin impórtales el
derecho que las demás personas poseen.
De
tal manera toda esta historia nos hace pensar que por muy buenos sentimientos
que tengamos siempre o casi
siempre ‘’tenemos una parte oscura, un
Raskolnikov dentro, a la vez que el propio personaje tiene una parte muy humana
dentro suyo más allá de ser un asesino. Nadie es bueno ni malo, todos somos humanos.
Es esa parte que todos los humanos repudiamos, lo reprimido, las pulsiones de
muerte, sentirse un poquito identificados con él’’.